Naturaleza muerta
Es el género más representativo de la imitación de la naturaleza de objetos inanimados, en general de la vida cotidiana, como frutas, flores, comida, utensilios de cocina, de mesa, libros, joyas etc. y se puede decir, que es el menos literario de todos los temas. Su origen está en la antigüedad donde se utilizaba para la decoración de grandes salones, como los frescos romanos en Pompeya. Plinio el Viejo relata que los artistas griegos de siglos antes, eran muy diestros en el retrato y la naturaleza muerta. Fue muy popular en el arte occidental desde el siglo XVI, un ejemplo es La carnicería de Joachim Beuckelaer. En el mismo siglo Annibale Carracci y Caravaggio representaron magníficas naturalezas muertas. Durante el siglo XVII evolucionó en los Países Bajos un tipo de bodegón, llamado «vanitas», donde se exponían instrumentos musicales, vidrio, plata y vajilla, así como joyas y símbolos como libros, cráneos o relojes de arena, que servían de mensaje moralizante de lo efímero de los placeres de los sentidos. La Academia francesa lo catalogó en el último lugar de la jerarquía pictórica. Con la llegada del impresionismo y junto con la técnica del color, la naturaleza muerta volvió a ser un tema normal entre los pintores, las pinturas de los Girasoles de Van Gogh son de los más conocidos. Los artistas durante el cubismo pintaron también composiciones de bodegones, entre ellos Pablo Picasso, Georges Braque, Maria Blanchard y Juan Gris.
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